MOLA: Mi general, usted merece toda mi estima, como militar y como persona. Pero esto es lo que hay. Sepa que el general Sanjurjo no pone en cuestión al régimen, sino al Gobierno. No queremos derribar la República, sino al comunismo. Por ello, ilustres militares republicanos se han unido a la causa. Los generales Queipo de Llano, Franco o Cabanellas, o los coroneles Aranda y Muñoz Grandes, entre otros muchos, están a mi lado y cooperan ahora mismo con entusiasmo en la salvación de la patria.
BATET: No me convencerá con esas patrañas. Por Dios, Mola, vuecencia no es un cualquiera, me consta que posee un espíritu elevado. Tiene que darse cuenta de las consecuencias de su acción, tanto si triunfa como si fracasa. Esto se va a resolver con sangre. ¿En tan poco estima su patria para desearle semejante carnicería? ¿Me siente? ¿Continúa ahí, Mola?
(...)BATET: Que Dios le perdone, Mola.
MOLA: Que Dios le proteja, mi general.
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